viernes, 5 de octubre de 2012

Canterbury vs York: Lanfranc y Thomas de Bayeux


No creo que a nadie sorprenda saber el hecho que durante la Edad Media y más concretamente durante los primeros años de la invasión normanda de Inglaterra,  ser un miembro de la Iglesia era un badabam, kss! bastante importante, pero lo que ya era el badabam ksss! supremo era ya ser arzobispo, pero aún había un redoble de tambores y albricias y cuchufletas extremo, y eso era serlo en la diócesis de York o de Canterbury. Aquello ya era como el súmmum de ser la persona más molona sobre la tierra porque te garantizaba muchas cosas interesantes, para empezar no ser pobre, así que sí, hacerse con el título era asegurarse mucho, pero que mucho. De todos modos, ser el arzobispo de Canterbury o York no era tan molón por sí solo como era molón tratar de machacar al adversario. Oh.

Canterbury

York

CELEBRITY DEATHMATCH!!!!!


El caso es que estamos en el año 1070, época revuelta donde las haya con los normandos paseándose por Inglaterra como Pedro por su casa y William I decidiendo que él era el rey y haciendo lo posible para que a todo el mundo le pareciese bien. En ese mismo año, dos señores ya bien conocidos como eran Lanfranc ( abad de St Stephen de Caen y metido en movidas políticas, tanto que toda el asunto de la invansión normanda no le era en absoluto ajena, pero eso para otro día lo dejamos) y Thomas de Bayeux (tesorero y canónigo de la catedral de Bayéux y amiguete de William cuando aún era duque), son nombrados arzobispos de Canterbury y York respectivamente. Ah, no, que no fue tan fácil. Se masca la tragedia.

Resulta que Lanfranc, que fue arzobispeado (?) antes pensaba que era una grandiosa idea que Thomas Bayéux admitiese su dependencia de Canterbury (o  más bien, que York dependiese de Canterbury) o si no, no lo consagraba (esta consagración había sido idea de William I, deal with it). Por qué lo hizo, pues se comenta desde que Lanfranc le tenía chincha rabiña a Thomas porque era discípulo de Odo de Bayeux (un enemigo personal), porque tener poder sobre el norte beneficiaría a sus intereses reformistas (vive le France (?)) o vaya usted a saber por qué, pero el caso es que aunque Canterbury realmente nunca había sido "superior" a York durante la época sajona, aunque sí aparentemente más importante. Después de un tira y afloja, Thomas acabó accediendo y juró obediencia a Lanfranc...a título personal, según él, y eso no implicaba que York fuese ahora a estar bajo el mandato de Canterbury, vamos, que no se arregló nada. De todos modos, las cosas parecían estar bien así que ambos arzobispos viajaron a Roma en el año 1071 donde Thomas aprovechó la oportunidad para comentarle así como quien no quiere la cosa su caso a el Papa Alejandro II y ya que estaba, reclamar los territorios de Lichfield, Rochester y Worcester para así aumentar su poder (y seguramente, para darle en los morros a Lanfranc, ya puestos)

Estatua de Lanfranc en la catedral de Canterbury
WHO'S THE BOOM KING?!


 Con lo que no contaba Thomas era con el que el Papa Alejandro II...bueno, él había sido pupilo de Lanfranc así que mira (¡eh espera! ¿No había sido también su pupilo el propio Thomas de Bayeux? Oh, esto se pone interesante), si eso ya te las apañas en Inglaterra. Pues nada, vuelta a Inglaterra donde se decide en Westminster que York tendrá que dar su brazo a torcer así que durante Pentecostés en 1072 a Thomas no le queda otra que rendirse y por supuesto de quedarse con Lichfield, Rochester y Worcester nada, si eso te quedas con la diócesis de Durham y suficiente es. Ahora bien, ¿qué razones había para que Lanfranc ganase tan limpiamente? Lo de limpiamente es un decir, pero resulta que Lanfranc era muy bien querido por el rey William I, quien estaba pero que muy interesado en tener a la Iglesia de su parte y había empezado a sustituir abades anglosajones por doquier por los que a él le gustaban, como Lanfranc. Además, la diócesis de York tenía peligrosérrimas ideas separatistas y había miedo de que le diese por coronar a algún otro rey (?), y desde luego el peligro de los daneses ahí estaba (y esto también da para más diversión otro día) así que el pobre Thomas tenía las de perder, sí, y así fue que perdió.

 La verdad es que esto fue una victoria más bien personal para Lanfranc que otra cosa, porque el Papa no dijo nada de que esta sumisión se fuese a transmitir a sus sucesores, pero menos da una piedra. Tampoco es que Thomas fuese a estar quietecito después de eso porque intentó por activa y por pasiva (enviado cartas a Alejandro II y a su sucesor Gregorio VII) librarse del yugo de Canterbury, pero no hubo manera, ni siquiera sus simpatías para con los escoceses le sirvieron de mucho. De todos modos, ya se comenta que quien ríe último ríe mejor y tras la muerte de Lanfranc en 1089, Thomas de Bayéux ejerció los la mayoría de cargos arzobispales de Inglaterra hasta la llegada de un nuevo sucesor a Canterbury. Chúpate esa, Lanfranc.

Esto no acaba aquí, porque aunque parecía que las cosas eran inamovibles...bueno, pronto llegaría Anselm, el sucesor de Lanfranc, que no se iba a quedar con los brazos cruzados, pero eso será material para otra entrada.

CANTERBURY: I YORK: 0


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